Coordinadora Ciudadana (CCDDH - Colombia)

La Coordinadora Ciudadana por la Democracia y los Derechos Humanos de Colombia nace para fortalecer la democracia, involucrando para ello a jóvenes, profesionales y estudiantes de todo el país, en la búsqueda por renovar los espacios de participaciòn pólitica y posibilitar el goce pleno de su ciudadania. Asi mismo, busca incentivar, promover y apoyar toda acción que nos acerque al sueño de Bolivar, el de ser una sola Nación Latinoamericana.

lunes, julio 31, 2006

Colombianidad??????? Campaña publicitaria para exaltar la colombianidad incita a un nacionalismo mal planteado

María Jimena Duzán.

Columnista de EL TIEMPO.
Lunes 31 de Julio de 2006

Para nadie es un secreto que esta campaña va de la mano de un sentimiento que se ha generado en torno al presidente Uribe. Un sentimiento hasta cierto punto justificable.
Hacia la cultura del unanimismo
Confieso que formo parte de esa inmensa minoría que no aguanta un comercial más de esos que nos incitan a enaltecer nuestra nacionalidad hasta el paroxismo.
Me refiero a esas cuñas en que nos hacen creer que los colombianos somos una raza especial (que nadie sepa, por favor, que somos tan racistas como los europeos). Que somos los más apasionados por nuestras tierras (que nadie sepa que muchas de ellas están en manos de los 'paras', de los narcos y de la guerrilla). Que tenemos los mejores paisajes (muchos destruidos por cuenta de la tala de árboles que hacen coqueros y los empresarios de palma africana en el Chocó). Las mujeres más bellas (en su mayoría producto del quirófano). Los ríos más grandes. Las artesanías más hermosas y la imaginación más peculiar del globo terráqueo, por aquello de que "solo a un colombiano se le ocurriría hacer una casa en el aire".
Esta fiebre nacionalista-publicitaria-macondiana se ha contraído a tal grado, que hasta el polémico centro comercial Santafé, cuya construcción ha dado tanto que hablar por los inconvenientes que ha causado a la movilidad de una de las vías más importantes de la capital, se ha unido a la campaña de la colombianidad, con el lema de que centros tan grandes como el Santafé contribuyen a exaltar la colombianidad, porque representan la voluntad de los colombianos que piensan en grande. ¡Por favor!
Por eso estoy de acuerdo con Daniel Samper Ospina cuando confiesa, en uno de sus escritos, estar harto del bombardeo al que se nos está sometiendo de un tiempo para acá y de las campañas publicitarias con el tema de la exaltación de la colombianidad. Adhiero a ese grito de independencia y desde ya me declaro un soldado más de esa causa.
Está bien que existan cuñas publicitarias dirigidas a enaltecer la marca colombiana en el exterior, como sucede con "Colombia es pasión". Está bien que la mochila arahuaca y el sombrero vueltiao se pongan de moda en París y en Medellín. Y está bien que ese esfuerzo de crear una marca-Colombia se vea reflejado en una campaña interna. Pero uniformar el mensaje de la mayoría de las cuñas publicitarias que salen en la televisión, en la radio y en la prensa, para bombardearnos día y noche con mensajes que solo hablan de lo especial que somos, de lo inmejorables que fueron nuestros antepasados y de todas las riquezas de las que tenemos que ufanarnos, es harina de otro costal.
Esta campaña ya no solo incita a enaltecer los productos colombianos en el exterior, sino a exaltar un nacionalismo mal planteado. Aquel que convierte en apátridas a los que se atreven a disentir de la mayoría y a los que emiten sus opiniones en contra de lo que dicen las encuestas. Esa reflexión, que la he escuchado tantas veces de boca de importantes "furibistas", nos lleva a una sociedad bastante menos democrática, menos sensible a la crítica y en la que el concepto de patria aplasta los derechos fundamentales de una democracia.
Para nadie es un secreto que esta campaña va de la mano de un sentimiento que se ha generado en torno al presidente Uribe. Un sentimiento hasta cierto punto justificable. La gente se siente hoy más segura, más tranquila y con algo de su autoestima recuperada. No sé qué tan buena idea sea llevar al límite del paroxismo estas percepciones. En un país donde la figura caudillista de Uribe se erige como gran fuerza tutelar sobre nuestro sistema político, el que casi todas las campañas publicitarias en los medios de comunicación tengan un mismo mensaje dirigido a exaltar las fibras del nacionalismo no es la mejor invitación para que los colombianos practiquemos la cultura de la tolerancia por la diversidad de opiniones y de visiones, sino para que prospere otra cultura: la del unanimismo.

María Jimena Duzán

http://www.eltiempo.com/opinion/columnistas/marajimenaduzn/ARTICULO-WEB-NOTA_INTERIOR-3039980.html

miércoles, julio 19, 2006

Hasta cuando seremos tan ciegos para no ver, tan inconscientes para no actuar y tan mudos para no gritar

"La injusticia es humana, más humana aún es la lucha contra la injusticia" Bertolt Brecht

Nuevamente el mundo es obligado a presenciar, sin voz ni voto, el poder de lo inhumano, de lo insensato, de lo ilegítimo, de la guerra destructora de vidas, creadora tan sólo de muerte y de desesperanza, fiel compañera de la intolerancia, del fundamentalismo y de la miseria humana.

Millones de jóvenes pueden tan sólo ver y no comprender porque seres humanos, auto denominados “hijos de Dios”, se permiten acabar con la vida y sueños de miles de personas cada día. ¿Es que acaso el holocausto no enseñó nada a la humanidad?, ¿es que el poder y el dinero tienen más valor que la propia vida?

Hoy se ha sumado un nuevo país a esa guerra que sólo es lógica en una menta siniestra, de seres necios e insensibles. Desde hace unos días vemos como van y vienen misiles, bombas, muerte y pobreza por los cielos del Líbano, provocados por una guerra “no declarada”, una que dice buscar “la paz”, que pretende “resolver” un conflicto. Y se utilizan las mismas armas y los mismos métodos que provocan repulsión del pueblo de Israel, un pueblo engañado por su gobierno.

Y de esta forma, el gran brazo de la guerra, ese que es tan oscuro que no permite ver quienes son amigos y quienes enemigos, se tiende sobre esta tierra que nos ha permitido hasta hoy alojarnos en ella.

¿Cuántos niños, niñas y adolescentes más?, ¿cuántas familias más?, ¿cuántas mujeres más?, ¿cuántos seres humanos más debemos ver desaparecer frente a nosotros para elevar nuestra voz, para mostrar nuestro rechazo a la guerra, para sentirnos atacados?

Seguramente habrán miles de personas que sustentarán, desde la economía, pasando por la política, la religión, la seguridad nacional, etc, el porque esta guerra debe seguir. Habrán quienes estén de acuerdo y quienes feliciten a sus gobiernos por la dureza, firmeza y seguridad con la que “defienden” los intereses nacionales, pero todos ellos seguirán siendo parte de esta gran ceguera que no les permite ver a sus propios hijos sufrir en un futuro inmediato, y seguirán tan sordos para oír el grito de miles de millones de inocentes que ya no tendrán más voz para seguir gritando, y seguirán siendo mudos para no reclamar, para no decir, para no criticar, para no condenar, y seguirán así, tan faltos de todo y tan creyentes de nada que aplaudirán el camino que los llevará a ellos mismos a su propia extinción.

Y sin embargo, aún en esas circunstancias, seguirán también existiendo seres sin fronteras, sin nacionalidades, sin edades, sin género, sin religión, sin nada que los ate, sin algo que les impida decir BASTA,. Y esos seres seguirán marchando por entre las colinas, en las plazas, en parques, por campos y montañas, llevando entre sus manos, la única consigna: ser iguales en derechos. Y serán ellos, junto a nosotros, los que haremos que valga la pena seguir luchando por un mundo mejor, en el que un nuevo ser pueda educarse, pueda crecer y ser el mejor guardián de esa paz alcanzada por medio de la justicia y no de la prepotencia y la imposición. Y ese ser humano, uno realmente nuevo, no tendrá más valor que la vida misma y no tendrá más frontera ni nacionalidad que su condición de ser humano.

Pero mientras que ello ocurre, seguiremos condenando a la guerra y a sus aliados, aun cuando ellos la maquillen de seguridad y lucha contra el terrorismo.

Dimitri N. Senmache Artola
Analista político
Presidente de la CEDDH – Perú, Asociación Civil
dsenmache@democracia.org.pe